
La tensión diplomática entre Colombia y Estados Unidos el pasado fin de semana comenzó en las redes sociales de Petro y Trump, pasando por alto los canales diplomáticos. Imagen: Guillermo Solano.
Petro y Trump tienen personalidades complejas y hacen uso de las redes sociales para lanzar pronunciamientos que incrementan la polarización y escalan el conflicto. ¿Por qué la política exterior de un Estado no puede ejercerse exclusivamente desde canales mediáticos?
Con el arribo de Petro a la presidencia de Colombia, se llegó a pensar que la relación con los EE. UU. sería secundaria o por lo menos difícil. Paradójicamente, y al menos durante el gobierno Biden, la tendencia fue diferente a la esperada. Las asperezas generadas al final del mandato Duque, desde el que se expresaron preferencias por la candidatura de Trump, fueron limándose y la figura de Luis Gilberto Murillo, primero como embajador de Colombia ante los Estados Unidos y luego como canciller, resultó fundamental para mantener un diálogo fluido.
Aunque el camino no estuvo libre de obstáculos, puesto que temas como el aumento de los cultivos de coca, el incremento de la violencia organizada y, principalmente, el contraste de posturas frente al régimen de Maduro en Venezuela causó una tensión significativa, en términos generales, hasta comienzos de año, el relacionamiento mantuvo una dinámica por lo menos cordial. No obstante, la posesión de Trump, los desencuentros anteriores con Petro y las diferencias ideológicas y en temas clave como Venezuela, drogas, medio ambiente y migración, entre otros, dejaban entrever que las cosas podrían tomar otro rumbo si no se abordaban con extrema cautela.
Y así ocurrió el pasado 26 de enero cuando se desató una de las mayores crisis diplomáticas que ha enfrentado el actual gobierno. La chispa se encendió con un trino emitido por Petro, con el que desautorizaba la entrada de dos aviones norteamericanos con más de 160 migrantes colombianos que habían sido deportados. El Presidente condenó el hecho que EE. UU. no había cumplido con el protocolo de trato digno y señaló que no admitiría que se tratara como criminales a los migrantes colombianos.
Esta decisión, relevante en sí misma y por las repercusiones que conlleva, fue emitida por redes sociales, al margen de los canales oficiales y de las formas y la moderación que requiere un tema sensible de política exterior.
No está en discusión la necesidad de proteger a la población migrante en situación irregular, a la cual deben garantizarle sus derechos, más aún por las diferentes vulnerabilidades que encara. En esta época, donde la migración se enfrenta a una ola de medidas restrictivas y los gobiernos de diferentes partes del mundo endurecen sus políticas al respecto, la dignidad y el respeto de los derechos humanos de todos los migrantes, sin importar su situación, no puede ponerse en entredicho.
Sin embargo, frente a un fenómeno global cada vez más complejo, sí es importante reflexionar sobre cómo los líderes gestionan desafíos y emiten decisiones desde sus redes sociales sin sopesar las consecuencias que estas decisiones pueden tener.
Petro y Trump tienen personalidades complejas y en innumerables ocasiones han hecho uso de las redes sociales para comunicar medidas o lanzar pronunciamientos que incrementan la polarización y escalan el conflicto. Actuar de manera reactiva y hacer uso de estos medios para tomar decisiones alejadas de la mesura que requieren situaciones como la vivida el pasado domingo, tiene efectos nocivos que pueden generar una espiral de complicaciones más allá de las predecibles.
La política exterior de un Estado no puede depender exclusivamente de la relación buena o mala que posean los gobernantes de turno ni puede ejercerse solo desde canales mediáticos. Adicionalmente, aunque el Presidente está a la cabeza de la política internacional, cuenta con el equipo del Ministerio de Relaciones Exteriores con el que debe coordinar y trabajar de manera articulada, por lo que no resulta ideal actuar de manera unilateral o al margen de este.
La respuesta desmedida de Trump envió un mensaje muy claro a otros Estados con los que se han adelantado acuerdos de deportación de migrantes en situación irregular y a Colombia la puso en sobre aviso de lo tirante que puede llegar a ser el vínculo con los norteamericanos.
Al final fue posible superar el impasse al término del día, justamente gracias a los contactos y el diálogo establecido por los canales diplomáticos e institucionales, alejados de las emociones y la falta de prudencia que suele abundar en las redes sociales. Y aunque los mensajes de ambos presidentes en sus respectivas redes no van a parar, ya hay un aprendizaje claro de los efectos que pueden llegar a tener.
La relación Colombia-EE. UU. comprende una historia de más de dos siglos que pasa por áreas clave como el comercio, los cultivos ilícitos, la seguridad, la cooperación internacional y por supuesto la migración. Sin embargo, resulta imposible olvidar que es una relación asimétrica en términos de poder y el costo de chocar de frente con el país del Norte, y más con su actual gobierno, es bastante alto. Luego de la negociación el asunto terminó zanjándose con la aceptación por parte de Colombia de todas las medidas impuestas por los EE. UU., lo que demuestra la relación desigual entre los dos países.
La respuesta desmedida de Trump envió un mensaje muy claro a otros Estados con los que se han adelantado acuerdos de deportación de migrantes en situación irregular y a Colombia la puso en sobre aviso de lo tirante que puede llegar a ser el vínculo con los norteamericanos.
Así pues, por todo lo que está en juego, para el país es relevante reflexionar de manera general sobre la importancia de la profesionalización del servicio exterior, que fue promesa de campaña; y, de manera particular, sobre una relación más pragmática y menos ideologizada con los EE. UU.. Con ellos, a pesar de las múltiples diferencias y la importancia que para Petro tiene mantener una postura propia e independiente, se deben mantener vasos comunicantes y espacios de cooperación sobre temas estratégicos y, por supuesto, no usar como canal principal de interlocución plataformas como X.
Angélica Rodríguez Rodríguez
Doctora Internacional en Procesos Políticos de la Universidad de Salamanca (España). Profesora e Investigadora del Dpto. de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad del Norte.
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