
Musk, Trump y USAID, visiones del desarrollo encontradas. Foto: La República Perú.
“Cuando veo al señor Musk y a su jefe, Donald Trump, interesados en optimizar los recursos que EE. UU. invierte en mejorar las condiciones económicas, sociales y políticas de países en desarrollo, me preocupa por la óptica que usa”, escribe desde el país del norte Eduardo Bustillo, experto internacional en educación.
Racionalizar el gasto público es un reto constante de los países, entre otras cosas porque no hay paradigmas científicos que determinen con certeza cómo hacerlo. El señor Elon Musk, exitoso empresario más rico que 152 países; que contribuyó con cerca de $290 millones de dólares a la campana electoral del Presidente Trump, y que no ha tenido ninguna experiencia en el sector público, está analizando cómo hacer más eficiente el uso de los presupuestos del Estado. Encomiable misión.
Aunque comenzó su trabajo desde el inicio de la Administración, solo desde el 3 de febrero fue nombrado como empleado especial del gobierno de los Estados Unidos. Como parte de su tarea ha enfocado su atención en la Agencia de EE. UU. para el Desarrollo Internacional (Usaid). Esta organización es el brazo internacional humanitario y de desarrollo del gobierno de los EE. UU., encargada de ayudar a los países en conflicto y a otros países estratégicamente importantes para aliviar la pobreza. En efecto, desde 1961, cuando fue creada en el gobierno de John F. Kennedy como una agencia federal independiente para ejecutar varios programas de asistencia exterior basados en la idea de que la seguridad estadounidense estaba ligada a la estabilidad y los avances económicos en otras naciones, ha proporcionado servicios que han mejorado sectores en crisis. Ha proporcionado, en forma continua, alivio de la pobreza en muchas formas, incluida la asistencia a los servicios públicos de salud y educación dirigidos a los más pobres. El trabajo de Usaid además promueve la seguridad nacional y la prosperidad económica de los EE. UU., demostrando la generosidad estadounidense y mostrando un camino hacia la autosuficiencia y la resiliencia de los países destinatarios.
Con un presupuesto anual de menos del 1 % del presupuesto federal ($6.7 trillones de dólares) Usaid, con cerca de $40 billones de dólares, gasta al año la mitad de lo que le costó a los EE. UU. los primeros dos meses de la guerra en Irak en 2003. Y una proporción significativa de estos presupuestos son gastados directamente en productos americanos y en recursos humanos americanos. Algo que el señor Musk parece no haber visto es que según las reglas de adquisiciones de Usaid, cualquier bien adquirido por el país receptor tiene que ser manufacturado por una empresa norteamericana. Por ejemplo, en los proyectos de educación –área que conozco de primera mano– financiados por ellos, obligan a que los insumos comprados (lápices, automóviles, computadores, etc.) sean norteamericanos. Igualmente, muchos de los servicios deben ser proporcionados por norteamericanos (para mayor claridad, aclaro que hace unos años fui contratado por un Think Tank estadounidense que tenía un proyecto financiado por Usaid en el cual hice un análisis comparativo entre las políticas educativas sobre docentes en Shanghai y algunos países latinoamericanos. Claramente, una proporción significativa de esos recursos se “queda” en los EE. UU. En 2004 hicimos un cálculo, de manera general, de la destinación de cada dólar empleado en combatir la pobreza por los donantes internacionales (no solo de Usaid) y encontramos que solo cerca de 30 centavos de dólar eran recibidos por los países beneficiarios.
Independientemente de que se debe evitar informar a la ciudadanía de mentiras que el señor Musk ha denunciado, algunas manifestadas directamente por su jefe, quien dijo la semana pasada que Usaid había comprado condones para Gaza por $100 millones de dólares, es perfectamente válido analizar cómo se pueden optimizar los recursos financieros y humanos usados por la agencia. Estoy seguro que se podrán encontrar formas de hacerlo.
También es posible analizar cómo se pueden mejorar las especificaciones técnicas de los programas que Usaid financia. En el caso del sector educación sería de mucha utilidad para el resto del mundo. Son muchos los problemas del sector educativo que no sabemos solucionar con eficiencia. Por ejemplo, temas tan sencillos como garantizar la matricula universal en la educación básica. Desde principios de la década de 1960 (en la conferencia Educación para todos, en Addis Abeba, capital de Etiopía) y con las mejores intenciones, la comunidad internacional ha estado fijando objetivos para resolver los problemas educativos en los países en desarrollo. Ha habido un consenso en brindar educación para todos, cobertura, y había una gran expectativa de lograrlo como parte de los Objetivos del Milenio (ODM). Desafortunadamente y por diversas razones, no se cumplieron (alrededor de 50 países de bajos ingresos no alcanzaron las metas). Como si fuera poco, después de este fracaso la comunidad internacional acordó apoyar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, ODS, enfocándose en mejorar además de la cobertura y calidad de los sistemas educativos. El argumento, totalmente válido, es que los problemas de cobertura coexisten con los problemas de calidad. Sin embargo, la magnitud de los desafíos y las dificultades para alcanzar las metas fijadas en el pasado deberían habernos llevado a ser rigurosos y cautelosos al fijar nuevas metas. Al final se decidió que la comunidad internacional debería apostar además por el aprendizaje para todos, un objetivo muy ambicioso.

Elon Musk y Donald Trump, nuevos mejores amigos. Foto: El Mundo
Estos hombres poseen tal riqueza, que los 26 mayores billonarios tienen tanto dinero como la mitad de la humanidad. Definitivamente uno tiene que concluir que hay una acumulación de poder y eso no parece ser bueno.
Es verdad que el aprendizaje para todos resume los objetivos esperados para los sistemas educativos y esto se refleja en las estrategias educativas de todas las instituciones bilaterales y multilaterales y agencias de las Naciones Unidas. Analizar las lecciones aprendidas por Usaid en estos temas sería útil para que todos los países en desarrollo se beneficien de ese estudio.
Usaid ha tenido alguna experiencia en el sector educativo en Colombia contribuyendo con pocos recursos financieros, pero cooperando para mejorar la educación colombiana en forma sustantiva. En una primera colaboración ayudó con la concepción del bachillerato diversificado como una alternativa al bachillerato tecnológico al final de los años 60, cuando se identificaba el bachillerato tecnológico como alternativa al bachillerato académico. El diversificado, materializado en los Institutos Nacionales de Educación Media, INEM, se presentó como una intervención más efectiva en relación con su costo. En la práctica se encontró que los INEMs incrementaban la calidad de la educación, y eran más conducentes a la continuación de los estudios postsecundarios, aunque no al ingreso al mercado laboral. Otra contribución aún más significativa fue el apoyo brindado para el diseño de Escuela Nueva (EN), probablemente el modelo educativo más exitoso en la historia del sector educativo colombiano, hasta el punto de ser el primer receptor del Premio Yi Dan que reconoce a los modelos más exitosos en educación al nivel mundial. Una pequeña pero importante contribución.
Cuando veo al señor Musk y a su jefe interesado en optimizar los recursos que EE. UU. invierte en mejorar las condiciones económicas, sociales y políticas de países en desarrollo me preocupa por la óptica que usan. No parecen enfocarse en los temas importantes para encontrar la justificación económica de la agencia. La ideología pareciera predominar en este caso.
Estos hombres poseen tal riqueza, que los 26 mayores billonarios tienen tanto dinero como la mitad de la humanidad. Definitivamente uno tiene que concluir que hay una acumulación de poder y eso no parece ser bueno. Por la forma en que se ha enfocado la revisión de Usaid me da la impresión de que hay una brecha de codicia mal entendida. Repito, el señor Musk y Trump parecen haber perdido de vista muchos puntos relevantes.
¡Cómo extraño que no les hubieran pedido a los señores Bloomberg, Gates o Buffett colaboración en la tarea de incrementar la eficiencia del gasto público en mi país adoptivo!
Eduardo Vélez Bustillo
Profesor visitante en la Universidad de Kobe y en la Universidad Normal de Beijing.
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