
Un joven Gabriel Garcia Márquez, diccionario a la diestra y cigarrillo en boca, escribe a máquina en su época de periodista. Foto: La Tercera.
¿Dónde quedaba realmente el Rascacielos, el hotel en que vivió García Márquez en Barranquilla?
Ingredientes para un debate garciamarquiano.
Cuando se radicó en Barranquilla en diciembre de 1949, García Márquez durmió varias semanas en las propias instalaciones del periódico donde había empezado a trabajar –El Heraldo–, antes de encontrar su primer hogar muy cerca de allí, en las inmediaciones de la iglesia de San Nicolás: un cubículo de cartón en un hotel de paso de cuatro pisos llamado Residencias Nueva York, que después sería rebautizado socarronamente por Alfonso Fuenmayor como el Rascacielos.
Allí vivió durante casi todo el año de 1950, teniendo como vecinas y amigas a las prostitutas del sector que utilizaban el establecimiento para atender a sus clientes nocturnos. El sitio, que él evoca con detalle y con similares palabras en dos libros suyos –Vivir para contarla y Memoria de mis putas tristes– constituye, pues, un punto importante en la ruta de García Márquez en Barranquilla. Pero hay un problema: ¿dónde estaba exactamente localizado el Rascacielos?
Personalmente, me vi enfrentado a la pregunta el pasado 20 de febrero, cuando recibí a un grupo de estudiantes y profesores de York University, de Toronto (Canadá), y de la Universidad del Magdalena, de Santa Marta, con quienes había adquirido el compromiso de ser el guía en su recorrido de la ruta. La actividad hacía parte del curso “Geopoéticas del Caribe colombiano. Leer Cien años de Soledad desde el territorio”, impartido de manera híbrida (presencial y virtual) por el profesor mexicano Alejandro Zamora, docente del Glendon College de la mencionada universidad canadiense, en colaboración con el profesor colombiano Adriano Guerra, docente de la Facultad de Humanidades de la universidad samaria. Los estudiantes eran veintitrés: 16 del centro de enseñanza norteamericano y siete del suramericano, y era la primera vez que unos y otros se encontraban en persona.
En dos ocasiones anteriores, unos 15 años atrás, yo había servido ya de guía de la ruta y siempre había tenido entendido que el hotel de paso se hallaba en el inmueble situado en la esquina de la calle 32 (calle del Comercio, llamada informalmente calle del Crimen) con la carrera 41 (carrera del Progreso), a una cuadra de la plaza de San Nicolás. Ése es el sitio que indicaban las fuentes documentales en las que yo me había basado por entonces.
Pero he aquí que ahora me encontré con que, desde 2017, existe otro lugar al que se le atribuye también ser el emplazamiento del Rascacielos: el hotel San Nicolás Colonial, inaugurado en dicho año y ubicado también a una cuadra de la plaza de San Nicolás, pero en la calle 33 (calle Real), entre las carreras 42 y 43. Este establecimiento se anuncia en la actualidad como “la casa de Gabo en Barranquilla” y está decorado con numerosas fotografías del novelista, al tiempo que sus habitaciones llevan por nombres los títulos de varias de sus obras.

Fachada del hotel San Nicolás Colonial, ubicado en la calle 33 (calle Real), entre las carreras 42 y 43. Foto: Joaquín Mattos.
Así que la cuestión quedó planteada para mí de inmediato: ¿dónde quedaba en realidad el prostibulario Rascacielos donde había vivido el joven a quien llamaban Gabito en la Barranquilla de los años 1950? ¿En la esquina de la calle 32 con la carrera 41 o en la calle 33 con la carrera 42? ¿En la calle del Comercio (o calle del Crimen) o en la calle Real? Volví a consultar las fuentes documentales ya conocidas y otras nuevas. He aquí a continuación lo que señalan las más relevantes y confiables.
Hay dos que dejan establecido con una precisión taxativa que el Rascacielos quedaba en el primero de los dos emplazamientos, en el número 40-81, a saber:
– El guión de la ruta operada por la Fundación La Cueva en asocio con la Gobernación del Atlántico en 2007, tal como consta en el artículo “Ruta de Macondo, nuevo plan turístico que recuerda los pasos de Gabo en Barranquilla” (Estewil Quesada, El Tiempo, 8 de mayo de dicho año). Se trata de la misma ruta que, desde 1997, ya había sido formulada y guiada varias veces por el poeta Miguel Iriarte, en su condición de director de la Biblioteca Piloto del Caribe.
– El informe final de Tras las huellas de Macondo. Capítulo Barranquilla (Bogotá, 2014), de María del Pilar Rodríguez, una investigación patrocinada por Fontur y el Viceministerio de Turismo de Colombia. Hay otras dos fuentes que también ubican el Rascacielos en este mismo emplazamiento, pero sin indicar la dirección exacta: el libro El olor de la guayaba (1982), en el que el propio García Márquez lo sitúa en “la calle del Crimen”, y la página web del Centro Gabo, que igualmente lo localiza en la misma calle.
Las dos biografías más importantes del nobel, García Márquez, el viaje a la semilla, de Dasso Saldívar, y Gabriel García Márquez. Una vida, de Gerald Martin, coinciden por desgracia en ofrecer un dato ambiguo y confuso: sitúan el hotel de lance en la calle Real, pero identifican erróneamente tal calle como la calle del Crimen.

Esquina de la calle 32 (calle del Comercio o calle del Crimen) con la carrera 41 (carrera del Progreso), lugar donde vivió Gabo en su época de periodista en Barranquilla. Foto: Joaquín Mattos.
¿Dónde quedaba en realidad el prostibulario Rascacielos donde había vivido el joven a quien llamaban Gabito en la Barranquilla de los años 1950? ¿En la esquina de la calle 32 con la carrera 41 o en la calle 33 con la carrera 42? ¿En la calle del Comercio (o calle del Crimen) o en la calle Real?
El mismo García Márquez, en Memoria de mis putas tristes, lo sitúa en “la muy noble calle de los Notarios”, que podemos identificar con la calle de las Notarías, que era otro de los nombres que tuvo la calle Real.
Por su parte, Álvaro Medina, en su ensayo “Poéticas visuales del Caribe colombiano al promediar el siglo XX”, lo sitúa también en la calle Real, pero dice que estaba “diagonal a El Heraldo” (concordando con Martin, que dice que “estaba casi enfrente de las oficinas de El Heraldo”), es decir, entre las carreras 40 y 41, que es un punto claramente distante del lugar donde está el Hotel San Nicolás Colonial.
Como vemos, no hay unanimidad al respecto. Pero, en favor del emplazamiento en la calle del Comercio o del Crimen, las fuentes dan al menos una dirección exacta. En cambio, el emplazamiento en el inmueble donde ahora está el Hotel San Nicolás Colonial no cuenta con ningún respaldo.
Es de desear que la investigación histórica garciamarquiana nos resuelva esta incertidumbre (que, por lo demás, no habría existido si Germán Vargas o Alfonso Fuenmayor, en los varios escritos en que se ocupan del Rascacielos, se hubieran animado al ejercicio de la precisión cartográfica). Por lo pronto hay que hacer lo que yo me resigné a hacer con los visitantes de Toronto y de Santa Marta: llevarlos a los dos probables Rascacielos dándoles las explicaciones que aquí he formulado.
A trabajar, pues, señores historiadores, no vaya a ser que se nos aparezca un tercer Rascacielos.
Joaquín Mattos Omar
Santa Marta, Colombia, 1960. Escritor y periodista. En 2010 obtuvo el Premio Simón Bolívar en la categoría de “Mejor artículo cultural de prensa”. Ha publicado las colecciones de poemas Noticia de un hombre (1988), De esta vida nuestra (1998) y Los escombros de los sueños (2011). Su último libro se titula Las viejas heridas y otros poemas (2019).
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