Margarita Garcia

Foto: Li Yang. Unsplash.

“Descubriendo” a China

por | May 5, 2025

Por Héctor Galeano David

Datos y apuntes sobre el futuro del gigante asiático y los Estados Unidos en el actual escenario de guerra comercial.

Las pataletas del hoy residente de la Casa Blanca han visibilizado los logros y avances del gigante asiático. Igual que la mayor parte de occidente, Trump y su sequito posicionan a China como un país de campesinos1, pseudo industriales, plagiadores y una nación sumergida en una abrumadora pobreza y subdesarrollo. 

La arrogancia occidental prefirió voltear la mirada a siglos de historia de un coloso que le heredó al mundo obras como El arte de la guerra, la filosofía confuciana y el taoísmo, la pólvora, el papel, la brújula y muchos más inventos y tradiciones culturales que han permeado todas las sociedades del planeta. En América y Europa, se quedaron con el imaginario de la China que entró al republicanismo de la mano de Sun Yat-sen y más adelante al socialismo, en 1949, bajo la dirección de Mao: una nación hambrienta y atrasada. 

Mientras desde el otro lado del mundo veían con displicencia a los chinos, sus dirigentes entendieron que el camino al desarrollo estaba sustentando en las cuatro modernizaciones propuestas por Zhou Enlai y desarrolladas bajo el mandato de Deng Xiaoping. Ciencia y tecnología, agricultura, industria y defensa nacional, se erigieron como prioridades que trazaron un objetivo claro: superar a Occidente. 

Ni siquiera la voz experta de James O’Neill, creador del acrónimo Bric que denominó a Brasil, Rusia, India y China como potencias emergentes y proyectó un escenario en el cual tendrían la capacidad de transformar el orden global, alertó a los Estados Unidos y sus aliados. Tampoco la trascendental decisión de Jiang Zemin de ingresar a la Organización Mundial del Comercio (OMC), ni mucho menos la clarísima intención de Hu Jintao de erigir al país como un cooperante dispuesto a liderar el diálogo Sur-Sur, mediante la estrategia conocida como “Teoría de la emergencia pacífica o poder blando”. 

Solo con la llegada de Obama al poder se planteó una estrategia frente a la región asiática. Se conoció como el “Pivote hacia Asia”, enfocada en realizar inversiones, asociaciones y alianzas en el sudeste asiático, especialmente con los países más cercanos a China. Con base en ese enfoque, el presidente estadounidense lideró el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPA), sin embargo, un congreso adverso políticamente y la llegada de Trump, derrumbaron la estrategia demócrata de fortalecer la presencia en Asía Pacífico. 

Con su segundo mandato, Donald Trump deja ver sin vergüenza alguna su estilo gerencial. Un agresivo negociador enmarcado en los juegos de suma cero2 que aspira siempre a ganar y a que sus contrincantes pierdan. En su cabeza no existen las relaciones del gana-gana. Seguramente, ese controversial estilo le funcionó a los EE. UU. en la Guerra Fría y podría servirle en esos procesos en los que la balanza de poder se inclina muy favorablemente hacía Washington. No con la República Popular China de hoy. Tres aspectos se destacan.

Primero, los EE. UU. impulsaron la globalización y el modelo ricardiano de ventaja comparativa. Con base en la visión de David Ricardo, cada país debe especializarse en la producción de bienes en los que posee mayor fortaleza y menor costo de producción. En ese orden de ideas, las empresas de los Estados Unidos se fueron reubicando en los países con mano de obra más barata. 

Uno de los pilares del Make America Great Again, se soporta en el retorno de todas esas empresas. Sin embargo, como muy bien afirma The Economist, son múltiples las dificultades que tiene los EE. UU. para el regreso de la manufactura. Envejecimiento de las infraestructuras, incapacidad para construir plantas, carencia de mano de obra y una política comercial y arancelaría inestable. (The trouble with MAGA’s manufacturing dream, 2025)

Segundo, el proyecto chino es a largo plazo. Desde sus inicios comprendió que la única manera de superar al resto del mundo sería mediante una macro planeación enmarcada en una visión futurista. Así lo concibió Deng Xiaoping y todos sus sucesores. Es muy seguro que el fluctuante residente de la Casa Blanca desconozca que su ferviente competidor gestó hace una década el Plan Made in China 2025, cuyo propósito principal es convertir al país en una potencia manufacturera para 2049, reduciendo la dependencia de empresas extranjeras. 

Tercero, desde que se iniciaron las reformas de Deng Xiaoping, China fue abandonando el modelo de economía centralizada a ultranza. Paulatinamente fueron incorporándose al mercado y la política los actores privados. Desde Jiang Zemin se permitió el ingreso de los empresarios al partido, lo que estrechó los lazos entre lo público y privado. El socialismo de Mao mutó hacía un extraño pero eficiente “socialismo de mercado”. 

Las amenazas y los vaivenes de la política arancelaria de los EE. UU. han socavado las relaciones de Washington con el mundo. Sus aliados más tradicionales están explorando otras alternativas. Japón continua estrechando los lazos con Corea del Sur y China. Una triada impensable en otro contexto histórico.

Por su parte, el modelo estadounidense continua enmarcado en el fracasado neoliberalismo. Un concepto que, como el propio Vance reconoció, fue concebido para “que los países ricos ascenderían en la cadena de valor, mientras que los países pobres fabricaran las cosas más sencillas». (Cómo la globalización fue un fracaso (para EE.UU.), 2025)

Desde esa perspectiva, mientras China lleva décadas consolidando la industria manufacturera, los Estados Unidos tendrán que reinventarse desde sus cimientos. 

Por otra parte, las amenazas y los vaivenes de su política arancelaria han socavado las relaciones de Washington con el mundo. Sus aliados más tradicionales están explorando otras alternativas. Por ejemplo, Japón, continua estrechando los lazos con Corea del Sur y China. Una triada impensable en otro contexto histórico. 

Asimismo, los Brics, la Asean + 6 y la Ruta de la Seda siguen avanzando bajo el liderazgo y protagonismo de China, mientras EE. UU. renuncia a su rol como potencia global y destruye los cimientos del orden económico, comercial y político que construyó luego de la segunda posguerra. 

Al parecer, Estados Unidos y Occidente dimensionaron a China muy tarde. Tanto que sus posiciones, conceptos y argumentos frente al gigante asiático hacen pensar que apenas lo están “descubriendo”.

Referencias

1Expresión del Vicepresidente Vance.

2En teoría de juegos, se considera que las negociaciones enmarcadas en ganar-perder, siempre dejará perdedores. Por ello, desde Harvard, se construyó un modelo de negociación por intereses o ganar-ganar. 

The trouble with MAGA’s manufacturing dream. (25 de 04 de 2025). The Economist.

Cómo la globalización fue un fracaso (para EE.UU.). (24 de 04 de 2025). Obtenido de RT en Español: https://actualidad.rt.com/

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Héctor Galeano David

Magister en Resolución de Conflictos y Mediación – Phd (c ) en Ciencias Sociales. Académico con más de 20 años de experiencia. Especialista en América Latina y política exterior colombiana. Analista y columnista para diversos medios nacionales e internacionales

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