Mientras la familia Fandiño Rojas escapa al calor del final del día en la terraza de su casa, Joan, el hijo mayor, llega después de su turno laboral. Como ellos, muchos barranquilleros manifiestan pasar por dificultades para conseguir trabajo estable o consumir alimentos tres veces al día. Foto: Jesús Rico. Contexto.
Datos de la encuesta de percepción ciudadana del programa Barranquilla Cómo Vamos indican que el 52 % de los consultados en la ciudad come menos de tres veces al día por falta de recursos. ¿Cómo vive el día a día una familia pobre en Barranquilla?
Son las 5:30 p.m. y los escasos rayos de luz que se asoman por la ventana de la casa de la familia Fandiño Rojas van desapareciendo lentamente. El reloj no solo indica que la tarde está por caer, sino que le avisa a Delsy Rojas, ama de casa barranquillera de 52 años, que es hora de preparar la cena.
En su vivienda ubicada en el barrio La Magdalena, en el suroriente de Barranquilla, Delsy convive con su esposo y sus dos hijos de 21 y 19 años. No han sido meses fáciles para esta familia. A pocos meses del inicio de la pandemia, en 2020, los ingresos económicos del hogar cayeron súbitamente al punto de obligarlos a cambiar sus hábitos alimenticios.
En la cocina de su casa, Delsy empieza a preparar unas empanadas de queso. Son precisamente esas empanadas que acompañará con café su segundo alimento del día. En la mañana unos huevos pericos con yuca fueron el motor de arranque de la jornada. “Si se almuerza no se come en la noche, pero si se come en la noche es porque no hubo almuerzo”, afirma el ama de casa simplificando su situación y la de su familia, mientras con un largo cuchillo voltea las primeras empanadas que ya están por salir del viejo sartén sin mango.
Las noticias de familias barranquilleras que no podían consumir los populares “tres golpes” diarios se fueron acentuando a medida que la pandemia avanzaba. Cifras del programa de percepción ciudadana Barranquilla Cómo Vamos, en su más reciente informe publicado en octubre de este año, indican que el 52 % de los consultados, o algún familiar, habían comido menos de tres veces al día en el mes previo a la realización de la encuesta. El dato, en apariencia frío, es representativo de lo que pasa con los Fandiño Rojas. El hambre producto de la falta de recursos económicos para adquirir alimentos no es un caso aislado en Barranquilla, de hecho, es más común de lo que se cree.
Café y empanadas de queso es el menú para la cena de esta familia que vive en el Suroriente de Barranquilla. Este es su segundo y último alimento del día. Foto: Jesús Rico. Contexto.
Precisamente la localidad Suroriente, donde reside Delsy y su familia, refleja los índices más altos de dificultades para consumir alimentos tres veces al día con el 59.7 %; seguido de localidad Metropolitana, con un 58.5 %.
El Departamento Administrativo Nacional de Estadística –DANE, en su más reciente encuesta Pulso Social, publicada esta semana, también muestra un panorama preocupante en cuanto a la inseguridad alimentaria en Barranquilla. Sus datos revelan que solo el 33.2 % de los jefes de hogar encuestados afirmaron que consumían tres comidas al día.
Del dato a la cruda realidad, Delsy continúa en su labor. Las empanadas ya fritas se van acumulando en un recipiente de plástico, mientras espera la llegada de su familia. “Comer tres veces al día es un lujo que no todos podemos darnos. Antes nosotros lo hacíamos porque teníamos más ingresos; yo trabajaba por días haciendo aseo en casas de familia y el trabajo de mi esposo era constante en la albañilería. Actualmente el único ingreso fijo lo tenemos gracias a nuestro hijo mayor, que trabaja en un almacén de cadena”, asegura la mujer barranquillera.
En Barranquilla el hambre está lejos de tratarse de uno que otro caso aislado. El 52 % de los consultados por el programa Barranquilla Cómo Vamos manifestaron haber comido menos de tres veces al día en el mes previo a la encuesta. Foto: Jesús Rico. Contexto.
“Hay meses más duros que otros. Hay días en los que se come carne o pollo, pero hay otros en los que solo nos acostamos con arroz y granos en la barriga”.
“El trabajo está flojo”
Son las 6:15 p.m. en casa de los Fandiño y Ángel, esposo de Delsy, llega en compañía del hijo menor de la familia. Ambos trabajan por días como albañiles en construcciones. Mientras se acomoda en una mecedora, el padre asegura que su situación económica empeoró con la pandemia. “Los trabajos eran más constantes antes del coronavirus, tenía ingresos de un poco más de 300 mil pesos semanales. Actualmente solo trabajo uno o dos días a la semana y cada día lo pagan en 50 mil pesos. Durante lo peor de la pandemia no vimos ni un solo mercado o ayuda de la alcaldía”, agrega el hombre, visiblemente apaleado por la jornada laboral.
La precariedad laboral que Ángel expresa es otro de los hallazgos de la encuesta de Barranquilla Cómo Vamos: el 29 % de los consultados afirmó que la situación económica de su hogar “empeoró mucho”. Otro 18 % coincide en que empeoró, y solo el 17 % percibe que su situación económica mejoró en el último año.
Según la encuesta, el 50 % de las personas consultadas aseguraron que los ingresos del hogar no alcanzan para cubrir los gastos mínimos. En eso coincide Ángel al expresar que lo poco que se hace como albañil alcanza a cubrir solo los servicios públicos de la vivienda: “Hay meses más duros que otros. Hay días en los que se come carne o pollo, pero hay otros en los que solo nos acostamos con arroz y granos en la barriga”, dice el hombre, confiado de que a su familia la arroparán tiempos mejores.
Delsy y Joan, madre e hijo, comparten en la terraza de su vivienda del barrio La Magdalena, ubicado en la localidad con mayores dificultades para consumir las tres comidas diarias. Foto: Jesús Rico. Contexto.
Los jóvenes no son la excepción
La pandemia también afectó a los jóvenes barranquilleros. Según Barranquilla Cómo Vamos en la ciudad los jóvenes de 18 a 25 años fueron los que más perdieron sus trabajos a causa de la COVID-19, con un 63.7 %.
Joan Fandiño, el hijo mayor de la familia, y a quien sus padres describen como un joven inteligente y dedicado para el estudio, cuenta su vida en los últimos años mientras la familia cena. “Me gradué del colegio en 2017 y me inscribí en el Sena en un programa técnico de Gestión de Procesos Industriales. Aproveché para estudiar inglés y portugués en la misma entidad educativa. Hacía prácticas laborales en una mina del Cesar pero por el coronavirus tuve que volver a Barranquilla debido a la cancelación de mi contrato. Ese tiempo lo aproveché para dictar clases de matemáticas online y ayudar con los gastos de la casa”.
Hace poco tiempo, Joan comenzó a laborar como auxiliar en una popular cadena de almacenes y debido a sus habilidades rápidamente ascendió a supervisor. Le preguntamos sobre los resultados de la encuesta de Barranquilla Cómo Vamos que indican que un 51 % de los consultados se considera pobre. Responde: “Para mí ser pobre es un estado mental. Quizás hoy no tenemos todo lo que queremos y necesitamos, pero hay que tener la convicción de que es posible superarse”. Su familia lo escucha con orgullo. Saben que la cosa está dura pero juntos luchan.
Eduardo Patiño M.
Periodista de las secciones Ciudad y País de Contexto.